jueves, 13 de diciembre de 2007

"TRES PICOS NOCTURNO"

Maravillas que la noche me regala
me convierten en extraño pasajero,
me confundo con la sombra agazapada
que se esconde de la luna y el lucero.
Hay luciérnagas que van acompañadas
por antorchas alumbrando el derrotero.

Tus cordones atractivos atravieso
como el ave que va en busca de morada,
que orientada hacia el cenit en progreso
alto vuela hacia una meta programada.
En mi vuelo sólo encuentro el embeleso
que me invade de placer montaña amada.

De repente te apareces sugestivo
con tus picos tan radiantes como plata,
los contornos melodiosos de tus filos
parecieran que en la noche te resaltan.
Mientras tanto, cuesta arriba con sigilo,
marcho ansioso porque siento que me llamas.

Panoramas singulares, nunca vistos,
son misterios que la luna me regala,
ella enfoca en plenilunio desde el este,
altanero te descubre y te destaca.
Yo camino hacia tu cima aunque me cueste,
toco el cielo, y una estrella se me escapa.

A tu vientre endurecido por el tiempo
voy rasgando con mis uñas descarnadas,
mis pulmones agitados van sufriendo
voy ahogado por la dura escarpada,
de repente mis sentidos captan algo:
siento fuerzas que mejoran mi avanzada.

Energías que aparecen de la nada
dan consuelo a mi espíritu abstraído,
¿Es mi alma que me alienta en la trepada
o hay misterios que me tienen poseído?
Miro y veo en mi lucha esperanzada
que el camino hacia tu cima es mi destino.

Con el brillo se agiganta el portezuelo
y el oeste va sombreando la montaña.
Aparecen las caricias del pampero
y en el sur hay una cruz que me acompaña.
Va una nube impulsada por el viento
que simula que te mueve y me engaña.

Se engrandece tu figura y me pregunto
qué gran fuerza me maneja porque siento
que soy ígneo que soy rey del universo,
que soy astro que dirige este concierto,
que asomado como el sol en el oriente
voy brillando a la vez que voy subiendo.

Sin embargo no estoy solo porque veo
que el lucero va trepando tus taludes,
me fascino de su andar y el coqueteo
que demuestra con coraje y actitudes.
Arremeto el somital sin escarceos
y te cubro noble cerro en gratitudes.

Mis pulmones ya respiran con ahínco.
Se moderan los latidos por mis venas.
El cansancio y el esfuerzo hecho añicos
sólo aclaran a mi mente y me revelan:
Que en la cumbre prodigiosa del Tres Picos
me someto a este amor que me condena.


Agustin L. Moreno

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