miércoles, 28 de mayo de 2008

CUMBRE MOJADA - TRES PICOS - 27 MAY 08


No pude testimoniar en el libro de cumbres. Razones: el papel se mojaba rápidamente y la lapicera no escribía por el frío. Las fotos usuales no las pude tomar. Razones: cuidar la salud de mi cámara y, como dije antes, la mía propia. Entonces, apelando al largo de mi brazo intenté sacar varias tomas con mi rostro y el hito que indica el punto más alto. Esta es la mejor de 20. Sí, de veinte tomas. Trataré de practicar más para otra próxima vez.
Dicen que siempre hay algo peor, entonces no me quejo de la lluvia ni del viento helado que asociados golpean continuamente mi cuerpo. He logrado la mitad de mi cumbre. La otra mitad la cumpliré cuando regrese a La Glorieta, punto de partida.
Ha llegado el momento de la trepada de las grandes paredes rocosas. Mis manos, al igual que mis guantes, están mojadas pero tibias. Cuando llegue a la cumbre y deje de moverme ellas se helarán al igual que todo mi cuerpo, así que seré breve y conciso. Dejaré los testimonios y abajo.
Sólo falta un pequeño tramo y en minutos llegaré a la cumbre. Intentaré, cuidando de mi propia salud y la de mi cámara, testimoniar el momento, que seguramente será difícil por el viento helado y la lluvia que no cesa.

La combinación roca-humedad torna peligroso mi andar. La caída está latente. Nadie me apura. Por lo tanto mi mente, que ha grabado mis miles de pasos en este terreno en toda condición climática, me ordena y mi cuerpo, a pesar del helado viento del sudoeste, trata de armonizar mis movimientos.
Las aristas se magnifican por el extraño fenómeno que nos cubre a la montaña y a mi. Las paredes se exaltan ante mi vista. Las distancias se agrandan, pero noto que mis pasos también se agigantan. Estoy en un terreno ficticio pero el frío va calando hondo en mi cuerpo.

Estoy metido en las entrañas propiamente del coloso bonaerense. La temperatura inicial de 5º bajó a 2º y hay en el ambiente una rara sensación de que la lluvia quiere convertise en copos de nieve, pero sobran 2 grados y el fenómeno no cambia.
Ya he superado el campo través y la aproximación al Tres Picos. Voy caminando por la Pirámide Somital y la lluvia continúa. Estoy todo mojado. La indumentaria que llevo puesta no soporta tantas horas de contínuo llover.
Imagen tomada desde La Glorieta para mostrales como los cordones serranos fueron tapados por la pertinaz lluvia que cayó durante horas en el área que yo caminaré.

lunes, 26 de mayo de 2008

CUMBRE Cº TRES PICOS - 24 DE MAYO 2008

Rotwailer modelo - Una postal antes del regreso a La Glorieta mostrando a "Sol" en la cornisa. Otra vez, gracias a Dios, llegamos todos bien después de haber logrado otra cumbre en una jornada muy agradable.

Mis dos Rotwailer, madre e hija, en las rocas de la Cumbre del Cerro Tres Picos.
Aproveché la disponibilidad de agua de lluvia en la montaña y llevé conmigo a mis dos perras. Así evité cargar excesivo peso. "Mar" conquistó su cumbre Nº14 y "Sol", su hija, la segunda. Se tardó 5h30' para permitir que todos hicieran cumbre y regresaran sanos e ilesos. El peso corporal de uno de los expedicionarios era de 130 kilos. La circuntancia ameritaba impregnar un ritmo lento y tranquilo.
Al llegar a los 800m de altitud así se veían los picos del Cerro Ventana. Salimos de La Glorieta a las 09:00 y tras 5h30' llegamos a la cumbre.
Amanecer del 24 de Mayo de 2008 en proximidades de la Estancia Funke. Foto tomada al ir al encuentro de un grupo de Mar del Plata que la noche anterior me había contactado para que los guiara al Cerro Tres Picos.

viernes, 23 de mayo de 2008

Esta hermosa y cómoda Cueva no es la Cueva Sin Fin - Abra de la Ventana


Dice el amigo Piti Olagüe en su blog Capturando Luces: "(...) ventanas halladas por el incansable caminante de las sierras Eleazar "Coco" Luna, ubicadas muy cerca de la entrada al Parque Provincial Ernesto Tornquist, en el sistema serrano de Ventania"
El amigo Horacio Príncipe sabía de su ubicación y me llevó hasta ella. ¿No les parece las Fauces de un Lobo?
No son los Jardines Colgantes de Babilonia. Son los Jardines Colgantes ubicados en una Quebrada en el Cordón de Sierra de la Ventana - Ventania

LEYENDA DE LA CUEVA SIN FIN - VENTANIA

La Cueva Sin Fin

El día había llegado. Me había estado moviendo instigado por la curiosidad propia de quien ha caminado la montaña llevando a cabo exploraciones para detectar algo que estaba arraigado en la creencia popular de las poblaciones serranas: La famosa, misteriosa y nunca encontrada Cueva Sin Fin.
Investigando tanto en el propio terreno como en las poblaciones puedo confesar, sin temor al ridículo, que no llegué a nada preciso y concreto en cuanto a la existencia física del tal cueva. En mi mente estaba latente el convencimiento de su existencia, por lo que anduve explorando las sierras y recabando datos de quien me los pudiera aportar. La intriga siempre me apasionó, así que investigué por todos los medios a mi alcance, contando siempre con el apoyo desinteresado de todas las estancias que circundan los cordones ventanienses.
Mientras tanto, para que mis colegas montañistas serranos puedan llevar a cabo sus propias exploraciones y sacar sus conclusiones, transcribiré los dichos de los referentes de las vecindades que han podido informarme algo al respecto.
Debo mencionar, es mi obligación, que he tomado con total profesionalidad los comentarios de todos ellos, y doy crédito de su seriedad y sinceridad.
De una charla con puesteros de una gran estancia que no nombraré pues me han pedido absoluta reserva, uno decía:
- ¿Así que usted anda caminando por las sierras buscando esa cueva? Pues tenga cuidado amigo... todos los que se han adentrado en ella no han regresado jamás!
Otro agregaba:
- Los Pampas la conocían muy bien y atraían al ejército hacia ella y una vez en el lugar por alguna razón desaparecía la tropa pero no los Pampas que por algún escondrijo seguramente se escabullían.
Uno de los más jóvenes también dijo lo suyo:
- ¡No se le ocurra llegar a esa cueva porque está embrujada. Se ha tragado a mucha gente. Es tan profunda que nadie regresa de ahí!
Aunque no todos los peones quisieron hablar, sospecho que muchos de ellos tenían sus cosas que decir pero me daba cuenta de que no se animaban siquiera a tocar el tema y dejaban que los más atrevidos se explayaran mientras ellos asentían con movimientos de cabeza.
- Los vecinos no quieren hablar -decían los responsables del Campamento Base- y agregaban: y lo más curioso es que se ha hablado tanto del tema que para nosotros, aunque nunca hemos tenido pruebas fehacientes de su existencia, sentimos que realmente existe.
Entonces ante mi gran concentración y atención a sus dichos, seguían hablando:
- Es un manto de misterio tal que el que más sabía, Don Amadeo, solamente hablaba del tema cuando se tomaba algunas copas de más. Vivía cerca del Almacén El Destacamento y allí se juntaban los parroquianos a charlar de sus dichas y desdichas. De esto hace ya tiempo y Don Amadeo se fue de este mundo hace unos años. Según cuentan sus hijos, que ahora viven en Mendoza, el viejo, cuando estaba chupado, les contaba hechos que conocía con lujos de detalles, pero los muchachos pensaban que deliraba por efectos del alcohol y no le daban mayor importancia.
Averiguando llegué a la casa de Sergio, residente en Tornquist, quien supuestamente sabía algo de la cueva.
- En realidad esa cueva existe y mi abuelo, que conoció a los últimos caciques Pampas, decía que era un punto de reunión en donde los capitanejos discernían acerca de la guerra con el soldado invasor y sus estrategias, e inclusive se llevaban a cabo pactos y alianzas entre tribus cercanas y lejanas. Por alguna causa o razón se fue difundiendo que era una cueva maldita y nadie se atrevió, de allí en más, a visitarla, ni siquiera acercarse a ella, tal es así que la mayoría de la gente no sabe donde está ubicada, y eso genera más misterio y temor.
- Vos sabés en qué lugar se encuentra? -pregunté entusiasmado.
- No exactamente. El abuelo comentaba que estaba en un lugar rodeada de cerros altos. De ahí que a la gente de la zona, por entonces, no le gustara internarse en la serranía. La gente de campo era muy temerosa y esa leyenda de la Cueva Sin Fin siempre estaba presente. Hoy la nueva generación está más comprometida con el paisaje serrano, y gracias a la seguridad que le proporcionan los guías con sus conocimientos se está animando, de a poco, a conocer los miles de recovecos y misterios que guarda la montaña.
Después de escucharlo atentamente le dije:
- Si llegaras a recordar algún nombre alusivo a la cueva no dejes de avisarme por favor.
En otro momento, hablando con el paisano Pancho, de Saavedra, me contaba lo siguiente:
- Todos los vecinos hablaban de una cueva extraña. Es más, algunos que iban por Villa Ventana y se internaban entre los cerros contaban que vieron entrar luces muy potentes por una ladera y salir por la opuesta en un mismo cerro. Quizás por alguna razón la entrada estaba estratégicamente apuntando hacia algún punto cardinal y era usada por ovnis. Luces que enceguecen aparecen en ciertas temporadas rondando las sierras y es común verlas desde los poblados.
- Y usted ha visto alguna vez esas luces? -pregunté esperando una respuesta afirmativa.
- Luces, lo que se dice luces he visto muchas, pero de tal potencia al punto de hacerme cerrar los ojos, nunca.
De otra amena conversación, esta vez con don Nicanor, habitante de Sierra de la Ventana, pude rescatar otros puntos de vista.
- Es una leyenda que se ha adentrado en la vecindad pero que no tiene asidero científico. Es sabido que en los últimos tiempos vienen montañistas de toda la provincia a visitar y explorar nuestras sierras, pero nunca nadie denunció haber descubierto la Cueva Sin Fin. Por alguna razón, muchos años atrás, se difundió el rumor y fue ganado crédito en la mentalidad de la gente. Personalmente creo que es una fantasía urdida por alguien y hoy llegó a ser tan popular como el mismo Cerro del Amor.
Después de las charlas con los vecinos me pregunté una y otra vez dónde estaría escondida la cueva sin fin, dando como un hecho su existencia, porque, aunque físicamente no ocupe lugar y sólo sea una fantasía, quedé más convencido que nunca de que existe, porque desde el mismo momento en que se instaló en la mentalidad de la gente del lugar, es una cueva que late y vive. Y honestamente confieso que no sé si tengo ganas de descubrirla, pues mucho me temo que, de hacerlo, se romperá el mito y ahí sí dejaría de existir.

Agustín L. Moreno

Pueden ponerle mil nombres y quizás todos le queden bien, pero no pueden negar que es una figura singular, no?

Les gusta el Chorrillo Desencadenado? Hay cientos. Y en épocas lluviosas miles - Ventania

Dijo el árbol a las nubes: "Escondan el Cerro Ventana así sobresalgo yo" - Abra de la Ventana

miércoles, 21 de mayo de 2008

CUMBRES POR UN SUEÑO DE VERANO

Cumbres por un sueño de verano

El asado había estado bastante sabroso y generoso. Enrique, anfitrión esa vez, esmerándose como lo hacía habitualmente, nos había dejado satisfechos con su arte gastronómico. Por eso con Claudio, antes de los postres y degustando un buen vino tinto, surgió el siguiente diálogo:
- Me convenciste Chegu, si veo que llego en buenas condiciones físicas te acompaño a Vallecitos.
- Sabía que te prenderías. Vas a ver lo bonito que es el Cordón del Plata y lo singular de la ciudad de Mendoza.
- Quiero tantearme, porque si bien el Tres Picos es algo exigente, me gustaría probar mi rendimiento caminando un par de días para ver mi progreso.
- Ningún problema Claudio. Intentaremos 3 cumbres en 2 días pernoctando en una cuevita espectacular!
- ¿Cuánto me dijiste que era la altitud?
- Dicen los mendocinos que mide alrededor de los 4450msnm y lo vamos escalar al segundo día. Primero haremos La Cadenita.
Las cartas estaban echadas. Si todo anduviera bien con la puesta a punto, nos iríamos a Mendoza a intentar, junto a nuestros maduros sueños juveniles, algo más que una cumbre. El vínculo que habíamos logrado con Heber Orona, y a través de él con sus amigos montañistas, nos facilitaría sobremanera la posibilidad de éxito.
El deseo de “medirse” de Claudio no era descabellado. Caminar un par de días la montaña haciendo noche en ella sin la comodidad propia del hogar le vendría bien para probarse y ver su reacción ante las adversidades que pudieran surgir estando al aire libre.
El asado con amigos y el buen vino era cosa del pasado. Ahora estábamos en plena ejercitación en terreno serrano. El sol pegaba fuerte y nuestra transpiración, en contacto con la suave brisa, nos refrescaba y nos aliviaba, pero teníamos que conseguir agua para hidratarnos convenientemente. Subir la montaña no sólo era empeño y voluntad. Necesitábamos agua para mantener energía y en ese momento se nos estaba agotando. También iba a ser necesaria para consumir en la cueva durante la cena, el desayuno, e indispensable para la marcha del día siguiente.
Habíamos dejado atrás el Cordón de Vacas y nos encontrábamos en plena Pampa de los Guanacos vislumbrando la Naciente del San Diego, entonces hice un alto y le dije a Claudio:
- Bajaremos a las piletas a ver si tenemos la suerte de encontrar agüita fresca.
- ¿Te parece que habrá? Mirá que está todo seco-seco reseco, eh!
- Habitualmente se encuentra, pero no podremos saberlo hasta estar en el lugar.
A pesar de bajar lentamente por lo barrancoso del terreno, en pocos minutos estábamos en el piletón formado al pie de una pequeña garganta que contenía agua, escasa y estancada. Pero un chorrillo flaco y pobre que bajaba por los desniveles de la pared rocosa se delataba, y de su rítmico golpeteo florecían gotas como si fueran fuegos de artificio.
- Es lo que hay Claudio, pero es suficiente. Cuando el agua potable se hace imperiosamente necesaria para la supervivencia, así venga de una vertiente flaca y pobre como ésta, hallarla tiene mucho más valor que encontrar una mina de oro.
- Chegu... tardaremos un rato para llenar los recipientes pero creo que vale la pena.
- ¡Claro que sí, es agua buenísima! En su recorrido se va nutriendo de minerales aptos para el consumo humano. Atraviesa roquedales y pastizales hasta caer acá cargada de naturaleza pura. Yo, uno de los que siempre la ha bebido, jamás tuve problemas de salud a consecuencia de ello.
El lugar en el que nos encontrábamos era fresco porque el sol le pegaba solamente al amanecer. El hecho de permanecer allí nos daba, en cierta manera, un merecido recreo. Llenamos las cantimploras y el bidón de cinco litros que habíamos transportado vacío con ese fin. Luego bebimos hasta que se nos hinchó el estómago, tanto, que temíamos no poder subir.
- Chegu, ¿Y si no hubiéramos encontrado agua acá arriba que hacíamos?
- Cuando uno elige cierto lugar para pasar una o dos noches, máxime en verano cuando las lluvias escasean, debe saber donde encontrarla, caso contrario se debe traer la suficiente cantidad de antemano. Es importante que el agua nunca falte para evitar la deshidratación y el golpe de calor. En mi caso particular sé y conozco lugares en donde encontrarla. A veces está al alcance de la mano y otras no tanto. Pero es de suma importancia conocer el terreno. Estas montañas, que aparentemente están secas, lo están solamente en su superficie. Sin embargo, gracias al pastizal típico que las cubre, actúan como esponjas y absorben el agua de las lluvias que después van liberando a cuenta gotas. De ahí que en nuestros ríos y arroyos corre el agua constantemente a pesar de que a veces pasan meses sin llover.
- O sea que una norma de seguridad estricta que deberían adoptar los visitantes sería conocer el terreno por el que se va a transitar para saber si van a encontrar agua o no, o de lo contrario llevarla de antemano aunque el peso de la mochila les mortifique la espalda, detalle éste último que todos tratan de evitar, no?
- Sí Claudio, aunque así y todo nunca falta quien se lanza a la "aventura" y después es superado por los acontecimientos y las circunstancias y vive momentos muy desagradables –le dije tratando de ser lacónico.
Allí vinieron a mi mente algunos hechos lamentables que ocurrieron veranos pasados. Creí conveniente contárselos a Claudio:
- En una oportunidad yo había bajado del Tres Picos y me encontraba en La Glorieta tomando unos “mateargos” , entonces observé que un grupo de adultos, hombres y mujeres, se estaba alistando para subir a la Cueva de los Guanacos. Un detalle llamó mi atención: no llevaban suficiente cantidad de agua. Por razones humanitarias creí oportuno advertirle al líder que en los lugares habituales cercanos a la cueva de donde se extraía el agua estaban vacíos. Me miró como si él fuera Reinhold Messner y, “bardeándome”, me dijo que se las arreglarían, que él conocía la zona. Días después me enteré de que quién yo creí era un líder positivo, había hablado por telefonía celular pidiéndole a la encargada de turismo que le entregaran agua “a domicilio” en la cueva.
- ¿Y qué pasó?
- Amablemente se le contestó que había sido advertido de que arriba no encontrarían agua y que si realmente quería la entrega tendría que hacerse cargo del costo del caballo que cargaría el agua más el jinete.
- ¿Entonces…?
- Al no querer pagar no les quedó más remedio que bajar, no pudiendo lograr sus propósitos de estar en la cumbre del Tres Picos. Por supuesto lo hicieron en estado lamentable y al borde de la deshidratación.
- Pagaron caro el precio de la soberbia, Chegu.
- No sé si todos pensaban igual. Me gustaría saber que historia les vendió el “guía” al resto de los expedicionarios. A veces, a pesar de mi esfuerzo, no entiendo a la gente. Dos días en la montaña, salvo complicaciones meteorológicas inesperadas, tienen que ser para disfrutarlos al máximo y llevarse consigo uno de los recuerdos más placenteros. El entorno que regala el inmenso escenario serrano hace que los ojos no den a basto para retener miles de detalles, pero los que se graban son para recordarlos toda la vida.
Ahora estábamos con Claudio en otra estación estival. En ese momento faltaban pocos días para que terminara el verano, y ese 13 de marzo de 2004 se despedía con mucho calor y nuestros cuerpos lo notaban. Por eso mismo, antes de salir de la garganta, nos refrescamos con el agua contenida en la pileta.
Mientras Claudio se refrescaba me preguntó:
- ¿Y si no hubiésemos encontrado el chorrillo que hubiéramos hecho?
- Lo más recomendable es colectar agua de éste lugar y hervirla. Mientras se enfría se puede tomar alguna infusión caliente y nos vamos hidratando. Si no se ve muy contaminada por insectos o renacuajos muertos o algún otro tipo de basura se puede tomar agregándole unas gotitas de hipoclorito de sodio, popularmente conocida como lavandina o lejía. Una alternativa sería caminar hasta La Pipa, una profunda olla que generalmente tiene su capacidad cúbica con disponibilidad suficiente de agua y no está muy lejos. Otra alternativa es el agua de los arroyos que están más al llano, porque a mayor altitud menor posibilidad de encontrarla. Pero quien conoce las quebradas a fondo sabe que hay muchas fuentes de agüita salvadora. Eso sí, hay que saber caminarlas.
- ¡Imagino lo duro que debe ser, extenuante y fastidioso!, ¿no, Chegu? -dijo Claudio.
- ¡Sí señor!, estás perfectamente acertado en tu apreciación. Ninguna duda que es así. Pero a veces no queda más remedio que hacerlo. Lo lindo es que cuando estás en una expedición organizada no todos van por el agua, lo hace solamente un pequeño grupo, los más aptos y con mejores condiciones físicas. Al regreso, los que se quedaron hacen mil preguntas y los aguateros eventuales, sobre todo los novatos, se sienten bardos y cuentan las alternativas poéticamente, y de paso, cada uno agrega su propia fantasía.
Una vez repuestos y aliviados retomamos el sendero subiendo a paso lento. Miramos la Cueva de los Guanacos, “la casa grande”, y vimos que estaba deshabitaba. Giramos al sur enfilando hacia el Tres Picos y nos fuimos alejando de ella. Arribamos al Bote en menos de media hora y allí nos desviamos unos metros hacia el saliente para ir directo a Nido de Águilas.
Encontramos la cueva en perfecto orden y limpieza. Nos quitamos el peso de la espalda y sentimos que flotábamos al igual que las Águilas Moras en las corrientes térmicas.
Nos sacamos la ropa húmeda y el calzado que estábamos estrenando, ciertamente pesado, pero que queríamos ir "ablandando" para andar cómodos en Vallecitos. Otro alivio más.
Desde el jardín veíamos, al norte, la Cueva de los Guanacos y el Cerro Ventana con sus ocho picos bien demarcados. Más cerca de nosotros, el Cerro Napostá con su larga y no tan vertical arista sur estribando en los anfiteatros macizos de la Quebrada del San Diego. Después nuestro panorama se acotaba porque estábamos rodeados, casi abrazados, por vastas laderas que eran parte de la pirámide del Tres Picos. Estábamos alojados en las propias entrañas del techo de los bonaerenses y no podíamos percibir otra cosa más que calidez.
Un llantén se mostraba bien al borde de la terraza y unos metros más arriba una roca aplanada parecía querer venirse abajo. Era como que dudaba de caer o no. No temí por su postura pues la conocía desde hacía muchos años atrás y siempre había estado allí, bien firme.
Nos instalamos en la sala y acondicionamos el piso tendiendo los aislantes y las bolsas de dormir que quedaron en condiciones de ser ocupadas cuando nos cubriera la noche.
Pasamos otra vez al magnífico patio y allí colgamos la ropa mojada por la transpiración en las rocas que aun recibían los rayos del sol.
Cuando ya nuestros estómagos nos dieron la señal química del hambre improvisamos, como siempre se hace en la montaña, una mesa y nos dimos un banquete con salamines, queso, y otros comestibles que se vuelven más apetitosos y deseables cuando uno los come en la montaña. De intrusos teníamos a un par de chingolitos que, saltito va saltito viene, se iban comiendo las miguitas y restos de galletitas que caían al piso.
Cuando se apagó la luz solar encendimos el farolito y nos calzamos las linternas frontales para alumbrarnos cuando tuviéramos que "demarcar nuestros territorios" en los alrededores.
Las toallitas húmedas de bebé estaban en un punto de encuentro fácil para cuando las necesitáramos o decidiéramos darnos “un baño”. Hervimos agua y nos preparamos infusiones que tomamos pausadamente para una mejor hidratación.
La noche, típica de verano, nos agasajaba con un espectáculo digno de no perderse: arriba un cielo completamente estrellado que parecía reventar por lo cargado. Abajo, cientos de luciérnagas volaban con sus luces intermitentes que parecían bailar al compás del canto de los grillos y sapitos de las sierras, y el croar de infinidad de ranitas. Por fortuna, la carencia de mosquitos nos hizo disfrutar mucho más del espectáculo nocturno.
Nos acostamos con vista al cielo cuidando de no sacar las manos afuera del albergue para no golpear a las estrellas. Es que en esa noche oscura sobresalían de tal manera que parecían querer despegarse y venirse abajo. Las que vimos caer lo hicieron tan rápido que no nos dieron tiempo a pedir deseos, aunque alguna trampa hicimos. Las restantes quedaron colgadas de la Vía Láctea, al menos mientras las podíamos ver. En las noches en la montaña uno se despierta varias veces, y en mi caso en particular, una vez veía el cielo estrellado y otra vez nublado, y así sucesivamente.
La charla nocturna, retomando el viaje a Mendoza, renació así:
- Chegu, realmente me gustaría subir el San Bernardo, vos creés que lo lograremos? -dijo Claudio.
- Sí, seguramente. Si dependiera de nuestro esfuerzo te digo que sí. Si no pudiéramos será por una cuestión climática “desfavorable”
- A vos te parece?
- ¡Ni dudarlo!, con la cantidad de kilómetros que vos pedaleás por semana, con lo que venís caminando el Tres Picos y con lo que hicimos y haremos entre hoy y mañana, ninguna duda.
- Si vos ves que no estoy en forma lo dejamos para otro momento -insistió.
- Bueno, de última nos vamos a las bodegas y nos compramos todo el vino -le dije riéndome a carcajadas y agregué: tu estado físico es mejor que el mío.
- Chegu, lo de las bodegas igualmente lo podemos hacer -contestó con otra estridente carcajada.
El amanecer, soleado, nos mostraba un gran colchón de nubes por debajo del nivel de nuestra morada. Parecía hecho con capullos de algodón. Esa situación momentánea me invitaba a soñar despierto. Me tiré sobre la bolsa de dormir e inventé mi sueño: Yo permanecía acostado, cara al cielo, con mis manos entrelazadas colocadas debajo de mi nuca, y una pierna sobre la otra a lo largo del colchón. Los ojos bien abiertos y los oídos muy atentos para mirar y escuchar el recital celestial que estaba por brindar Elvis Presley a miles de Ángeles vestidos de blanco, que lo ovacionaban constantemente agitando miles de pañuelos blancos. Ellos saltaban enfervorizados haciendo ondular aun más el capullo blanco en el cual estábamos flotando y que me producía una sensación única e irrepetible. Entonces, de repente apareció Elvis vestido todo de negro y allí empezó la histeria colectiva. Los Ángeles se abrazaban entre si, lloraban y vitoreaban a la “Pelvis Presley” y yo no podía ser menos. Estremecido hasta los huesos me abrazaba con todos y cada uno. De repente, silencio total, increíble. Sonaron los instrumentos, los primeros acordes, y Elvis abrió el recital cantando “always on my mind”.
Sin darme cuenta empecé a cantar, susurrando apenas “maybe I did not love you…”,
cuando Claudio, que venía del patio cámara en mano, me dijo:
- ¡Chegu, este paisaje es para volverte loco… dan ganas de soñar despierto!
Dejé el sueño y volví a la realidad.
El Napostá, al lucir su cumbre por encima de las nubes, aparentaba tener más altitud que la real. Se magnificaba. Mientras encendía el calentador para prepararnos un desayuno caliente no podía dejar de mirar hacia los capullos de algodón.
Abrumados por el desarraigo que nos ocasionaba partir de nuestro terruño, dejamos la casa en orden y nos fuimos con equipo ultra liviano.
Al cabo de media hora de nuestra partida por la pared norte, estábamos besando la cumbre del Tres Picos pero sin detenernos seguimos hacia Cerro de la Carpa.
Bajamos por un laberinto rocoso que nos demandó más tiempo y seguimos por un callejón que desciende hacia el sur y nos aceleró el ritmo. De los 1243 metros del Tres Picos bajamos a los 866, punto más bajo antes de la cuesta, y después, una vez en la cumbre del Cerro de la Carpa, medimos 1072msnm.
No encontramos Apacheta, solamente un montículo de piedras muy grandes marcando el punto más alto del cerro.
De plato principal tuvimos un par de “milangas” y de postre barras de cereales. Mientras descansábamos nos hidratamos convenientemente. Una vez terminada la sesión de fotos testimoniales nos fuimos en busca del Refugio construido en el mismo cerro, a cien metros de la cumbre en dirección al este. El mismo refugio que yo tantas veces había visto claramente desde la cima del Tres Picos y que siempre llamaba poderosamente mi atención.
Allí lo teníamos, estaba al alcance de la mano, impecable. Y yo sabía quien era el responsable de que estuviera así. Esteban, “el ruso”, quien era un apasionado del Cerro de la Carpa y de la montaña toda. Él lo había reconstruido con esfuerzo y sacrificio después del destrozo y abandono que había sufrido. Él se había deslomado llevando desde el llano chapas, tirantes y todo lo necesario para dejarlo habitable. "¡Qué pinturita de Refugio se armó Esteban!" -me dije para mis adentros- “Loable acción y emprendimiento”
Estuvimos contemplando el patio, generoso y sin límites, y después de merodear un par de horas regresamos sobre nuestros pasos hasta llegar nuevamente al Tres Picos. Ésa vez habíamos logrado la cumbre por la pared sur, la que usualmente hacía “el ruso”.
En la cumbre descansamos y aprovechamos a ventilar nuestros cansados y "ardientes" pies. Las botas estaban siendo duras, pesadas y muy abrigadas para esa estación en montañas de esas altitudes.
Con los pies como empanadas regresamos al hogar, dulce hogar, y devoramos, cual hormigas, la provisión de boca que nos quedaba en depósito. No era para menos.
La modorra, originada por la ingesta rápida y voraz que habíamos tenido, hizo que nos tiráramos en el jardín, sobre el copioso pastizal serrano, cual leones después de un atracón. No llegué a dormirme pero estaba con la mirada perdida en el paisaje, escenario ancho y largo, profundo e increíblemente cautivante para mis ojos, cuando de repente Claudio me sobresaltó.
- ¡Chegu... estás requemado! -dijo como sorprendido.
Lo miré y no sabía si me estaba "cargando" por mi piel morena natural o me lo decía con sinceridad. Mientras preparaba mi respuesta le hice un estudio visual y comprobé que él también estaba muy quemado por el sol. De ahí surgió mi respuesta y pregunta a la vez.
- ¡Vos también!... ¿y, qué tal?, ¿qué te pareció la paliza bajo el sol?
- ¡Bárbaro! ¡Me siento perfectamente bien!
- Entonces emprendamos la retirada que ya es hora –le dije a la vez que me incorporaba lentamente tratando de no aplastar la Festuca Ventanicola que tenía al costado.
Armamos las mochilas, dejamos la “casa chica” sin contaminantes, e iniciamos la cuenta regresiva. Pasamos otra vez por el piletón a colectar agua y encontramos el chorrillo con el caudal un poco más flaco que el día anterior. Pero el preciado tesoro que traía era de un valor incalculable.
Antes de reanudar la marcha, mi compañero de escalada me dijo:
- Chegu, me voy asombrado y sorprendido de todo lo que he visto, las vivencias, que sé yo… lo que me hizo sentir la montaña no tiene precio.
- Por toda respuesta hice silencio y nos dimos un largo abrazo. Él sabía que yo, asiduo visitante de las sierras, pensaba y sentía lo mismo que él.
Mientras bajábamos, aquel 14 de Marzo de 2004, supe que Claudio había dado el paso más importante en relación al viaje a Vallecitos: había tomado la decisión de ir. El resto, es otra historia.

Agustín L. Moreno

martes, 20 de mayo de 2008

CUMBRE PICO DE LA PAZ - VENTANIA


Foto algo más panorámica del Pico de la Libertad.

CUMBRE PICO DE LA LIBERTAD - VENTANIA


Tomé la fotografía de abajo hacia arriba para que resalte la pequeña Apacheta que construí con el poco material que tuve a mano. En próximas escapadas iré ampliándola.

Un panorama desde el Pico de la Paz hacia la Quebrada de la Paz. La caída es abrupta, y en ella abundan grandes colonias de enormes helechos y gran variedad de la flora autóctona, entre las que resalta el pastizal serrano.


La exploración es uno de los motivos que me inspira a recorrer la serranía. Andando por lugares recónditos se puede encontrar lo distinto y lo menos imaginable. En esta oportunidad, un día de noviembre de 2007, descubrí el placer de llegar a un par de picos extraordinariamente singulares. Ellos son Pico de la Paz y Pico de la Libertad, localizados en el Cordón de Sierra de la Ventana. Para lograr pisar sus cumbres hay que ir descubriendo las bellezas embozadas, como la que se muestra en la foto.

lunes, 19 de mayo de 2008

VISITA AL CERRO RECREO 609M - TORNQUIST

El Cerro Tres Picos de fondo y el Cerro Sombrero en primer plano vistos durante el descenso del Cerro Recreo.

Apacheta armada con mucho trabajo seguramente. Cumbre del Cerro Recreo de 609m. Del grupo, 8 amigos, algunos disfrutan el paisaje y otros siguen quitándose los aguijones.
También, dentro de las bellezas naturales, hay cientos de aguijones de una planta (que no conozco el nombre) que se clavan en la ropa y el hecho de sacarlas se convierte en un trabajo arduo y paciente.
Desde el punto donde saqué la foto, camino al Cerro Recreo, girando sobre mis pies se observa, a 360º, cordones serranos de singular belleza.

lunes, 12 de mayo de 2008

ASCENSIÓN Cº TRES PICOS - 11 MAYO 2008

Próxima actividad de Abrazo a Ventania: 24 y 25 de Mayo de 2008 ascensiones a los cerros Napostá y Tres Picos con pernocte en la Cueva de los Guanacos y cercanías de ella. Informes en abrazoaventania@gmail.com

Usando una roca como trípode hice lo mejor que pude y salió esta foto grupal.

Silvia, una de las que no se amilanó y siguió los pasos de sus predecesores. Allí la vemos, aferrada a la Pared Amarilla rasguñando las piedras. A sus espaldas, el vacío hacia la bonita Quebrada del Napostá. También se puede apreciar la línea sinuosa del Arroyo Napostá.

Primeros pasos descendentes en la Pirámide Somital. El grupo se mostró compacto y su andar parejo y firme. Salimos de La Glorieta a las 08:30 y llegamos a la cúspide a las 12:30. Dejamos testimonios en el cuaderno de cumbres, "almorzamos" e iniciamos la bajada a las 13:50 para llegar otra vez a La Glorieta, luego de unos paseos "extras" a las 17:30

Un grupo de 17 expedicionarios decididos a tocar el techo de la provincia logró la cumbre. Entre ellos, Juan y Betina, padre e hija que con sus amplias sonrisas testimoniadas en la foto no pueden negar lo bien que lo estaban pasando. La temperatura, cercana a los 22º en un día soleado y por momentos con algo de viento del noroeste, facilitó el desempeño del grupo. No hubo frío ni calor. Solamente buena onda y trabajo en equipo.


El sábado 10, un día antes de la escalada al Tres Picos, Javier, único representante de Punta Alta en el grupo de expedicionarios, pasó un mal momento con su kite en la Ría de Bahía Blanca, exactamente en Arroyo Parejas. De ahí su decisión de olvidar el mal trance y de participar de un día de montaña. En la foto se lo ve risueño disfrutando encima del hito que marca el punto más alto del estado bonaerense.

Con la organización de la ONG Abrazo a Ventania, se llevó a cabo una ascensión al Cerro Tres Picos el día domingo 11 de Mayo de 2008. El clima fue buen compañero y nos permitió un buen desempeño. Exactamente en el punto de mayor elevación de la Provincia de Buenos Aires, Gaby, sonrisa mediante, demuestra su satisfacción al haber logrado su tercera cumbre.

CAMINATA POR LA COSTA - UNIÓN DE LOS BALNEARIOS PEHUEN-CÓ/MONTE HERMOSO


Levantó vuelo y se echó a andar en vuelo rasante sobre la arena y el mar. Con esta foto doy por terminado este somero informe, agregando que la distancia recorrida fue de 20km y los más rápidos (o apurados) la caminó en 3h30' y los más lentos (o los que más absorbieron el paisaje) 5h
Movediza y en parte arisca, esta ave permitió acercamele no más allá de los 20 m. Verán que sucedió cuando intenté acercarme un poco más.
A pesar de los azotes del viento, ella luce su estampa mientras permanece altanera entre las grandes paredes de las dunas.
Hacia un recipiente de plástico ubicado en la mitad de la playa. Seguramente por un lamentable descuido de alguien.

¿Hacía dónde irán estas huellas? Pregunta que nos hicimos los 36 caminantes. La respuesta en la foto que sigue.

Con la organización de la ONG ABRAZO A VENTANIA, el día sábado 10 de Mayo de 2008, se llevó a cabo otra Caminata Costera uniendo los balnearios de Pehuen-Có y Monte Hermoso.

lunes, 5 de mayo de 2008

CERRO TRES PICOS - 03 MAYO 2008

Después de las fotos de cumbre y los testimonios de rigor, empezamos el descenso en un día no tan agradable como el anterior pero que de todos modos, por la fecha en que estamos, fue agradable.
Mi saludo a la serranía y al majestuoso San Diego, Arroyo y Quebrada con sus gargantas singulares.
Con la Quebrada del San Diego de fondo, en pleno ascenso, una foto para el grupo "Colihue"


Son las 08:00 del sábado 3 de mayo de 2008 y parte del campamento se observa en la foto. Desayunaremos y saldremos hacia la cúspide del Cerro Tres Picos. El viento fue el compañero de toda la noche.

PUESTA DE SOL SERRANA - 02 MAYO 2008

Ya visitamos la Cueva de los Guanacos y antes de bajar al campamento de altura tuvimos la fortuna de contemplar una puesta de sol magnífica.

02 DE MAYO DE 2008 - CERRO NAPOSTÁ

Pequeño truco y momento de diversión en el Cerro Napostá.
Foto grupal en la cima del Cerro Napostá en un día inmejorable. Al regreso al campamento, armado en cercanías del Corral, pasamos por la Cueva de los Guanacos. Al día siguiente intentaríamos la cumbre del Tres Picos.
El grupo "Colihue" de Mar del Plata a punto de lograr la Cumbre del Cerro Napostá el día 2 de Mayo de 2008. Al fondo el reconocido Tres Picos.