
Macizas rocas, largas paredes y bloques con jardines colgantes se mostraron ante nuestra vista. No faltó una pequeña Cueva (sin pinturas rupestres) que invitaba a un reparador descanso en su cálido vientre.
Traigo reflejos de Ventania, lugar en donde pude desplegar mis alas en libertad. Trataré de ser preciso y objetivo en mis relatos o versos, aunque debo reconocer que ésto último quizás me cueste bastante. Pido disculpas si en alguno de mis comentarios les parece encontrar apasionamiento o exaltación. Quizás sea así. Es que es tanta la belleza que se descubre en Sierra de la Ventana que no puedo dejar de describirla.
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