jueves, 31 de enero de 2008
Flores de Ventania
Son las 12:34 del 28 de Enero de 2008 y me detengo en esta llamativa y bonita flor serrana. Podés encontrar información precisa sobre ella en el sitio www.floranativa.com.ar
Flores de Ventania
Foto del 28 de Enero de 2008. En el sitio www.floranativa.com.ar en podrán encontrar nombre y detalles acerca de la planta madre de esta hermosa flor y de tantas otras.
Sapitos de las Sierras - Ventania
Sapito de las Sierras - Ventania
Segunda Ascensión de Enero 2008 - Foto 1
Segunda Ascensión de Enero 2008 - Foto 2
Segunda Ascensión de Enero 2008 - Foto 3
sábado, 26 de enero de 2008
viernes, 25 de enero de 2008
SI EL INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA HUBIESE SIDO INTENCIONAL ESTO DIRÍA LA MONTAÑA
Señor de la creación
por cruel tormento he pasado
por un acto irracional
que pergeñó algún malvado
por cruel tormento he pasado
por un acto irracional
que pergeñó algún malvado
Se enllagó todo mi cuerpo
y mis tejidos quemados
por las llamas refulgentes
del elemento empleado
Fue la ayuda del bombero
y el agua del vasto cielo
que acabó con mi martirio
y el de un pueblo más que entero
Señor de la creación
cicatrizan mis heridas
el río corre en mis venas
es el triunfo de la vida
Agustín L. Moreno
jueves, 24 de enero de 2008
INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - EL AGUA VINO DE ARRIBA
Otra buena noticia: en lo que va del día ha llovido en la zona afectada por el incendio alrededor de 30mm. Además, los pronosticadores informan que se espera más lluvias para los próximos días.
En la foto a la izquierda el Cº Bahía Blanca y al final a la derecha el Cº Alberto Mario Serrano mostrando, salvo manchones verdes, la roca cruda sin el pastizal serrano.
En la foto a la izquierda el Cº Bahía Blanca y al final a la derecha el Cº Alberto Mario Serrano mostrando, salvo manchones verdes, la roca cruda sin el pastizal serrano.
miércoles, 23 de enero de 2008
SOLIDARIDAD Y TRABAJO EN EQUIPO = EFICIENCIA
Quienes han nacido y se han preparado para servir solidariamente nunca esperan el agradecimiento, porque su misión va más allá de una simple frase. Yo sé, y enfatizo, que ellos no lo están esperando, aun después del éxito, en este caso, de acabar con el incendio desatado en parte del Abra de la Ventana. Pero aunque no lo esperen debemos hacerlo. Todos. Sin excepción:
Gracias señores Bomberos Voluntarios por tan loable acción. Gracias a ustedes se evitó un daño terriblemente mayor aun a costa de sus vidas.
Gracias también a todos y cada uno de los responsables de este equipo: A la provincia que actuó con celeridad en el envío de aviones y helicóperos, evitando el agravamiento del incendio. A los Pilotos. Al Señor Intendente de Tornquist y toda su comitiva y trabajadores municipales que estuvieron en pie de guerra en todo momento. A Daniel Porte, jefe del Parque Provincial Ernesto Tornquist, y todos los Guardaparques y guías, quienes, a pesar de sus incansables esfuerzos por evitar estas situaciones, siempre les toca bailar con la más fea. A la Armada que alistó un Sea King. A un grupo de Bomberos Voluntarios de Laprida que también se hizo presente y que por omisión no los había nombrado. Igual vale para los Bomberos de Villa Ventana. A todos los vecinos que ayudaron. A los vecinos que quisieron ayudar y no supieron como, también sirve. A la Policía de Tornquist, Policía Vial y toda seccional que hubiere colaborado. A todos los que estuvieron atentos para que ningún animalito, en llamas, se cruzara al otro lado de la ruta.
Me gustaría creer que a partir de ahora, trabajando todos en EQUIPO, siendo SOLIDARIOS y pateando para el mismo arco, podemos mejorar muchas cosas. Por ahora quedó demostrado algo: Eficiencia.
Agustín L. Moreno
Gracias señores Bomberos Voluntarios por tan loable acción. Gracias a ustedes se evitó un daño terriblemente mayor aun a costa de sus vidas.
Gracias también a todos y cada uno de los responsables de este equipo: A la provincia que actuó con celeridad en el envío de aviones y helicóperos, evitando el agravamiento del incendio. A los Pilotos. Al Señor Intendente de Tornquist y toda su comitiva y trabajadores municipales que estuvieron en pie de guerra en todo momento. A Daniel Porte, jefe del Parque Provincial Ernesto Tornquist, y todos los Guardaparques y guías, quienes, a pesar de sus incansables esfuerzos por evitar estas situaciones, siempre les toca bailar con la más fea. A la Armada que alistó un Sea King. A un grupo de Bomberos Voluntarios de Laprida que también se hizo presente y que por omisión no los había nombrado. Igual vale para los Bomberos de Villa Ventana. A todos los vecinos que ayudaron. A los vecinos que quisieron ayudar y no supieron como, también sirve. A la Policía de Tornquist, Policía Vial y toda seccional que hubiere colaborado. A todos los que estuvieron atentos para que ningún animalito, en llamas, se cruzara al otro lado de la ruta.
Me gustaría creer que a partir de ahora, trabajando todos en EQUIPO, siendo SOLIDARIOS y pateando para el mismo arco, podemos mejorar muchas cosas. Por ahora quedó demostrado algo: Eficiencia.
Agustín L. Moreno
INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - 3
Son las 20:25 del 22 de Enero de 2008. Estoy en la cumbre del Cerro Tres Picos observando desde el punto más alto de la provincia de Buenos Aires las últimas llamas y las últimas fumarolas prácticamente a la entrada de Villa Ventana. Veo parte de las huellas que dejó el incendio. Es el área más oscura detrás de la cortina de humo. Una suave y pertinaz llovizna me acompaña desde las 20:00 y ruego, más allá de mi potencial empapadura, que caigan 20, 30 o 50 mm en un rato. Se oyen los últimos rugidos del motor del avión hidrante que, según pude ver y oir, trabajó a destajo. Me quedo mirando al norte. Son las 21:40. Las llamas ya no se ven. Destacan las luces rojas intermitentes de los vehículos de los bomberos. Son las 22:16 y la luna llena no asoma. La nubosidad impide ver su nacimiento. La puesta de sol, apenas perceptible, no dejó grabado en mis retinas nada en particular. Nada de eso importa. Son las 02:00 del 23 de Enero de 2008. La llovizna cesa. La luna rompe cáscaras en lo alto. Ya es adulta. Son las 03:00 y voy camino a casa. A lo mejor, después de un descanso reparador, las noticias de la mañana sean alentadoras. Nada mejor que una buena noticia para que sea un gran día.
INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - 2
INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - 1
lunes, 21 de enero de 2008
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 1
Comienzo del fin. Sólo quedan cenizas en donde hubiera una colonia de cortaderas y pastizales. El incendio pudo haberse originado en este lugar... o en otro. Quizás algún día sepamos que pasó y cómo se originó. Mientras tanto, en esta coordenada (Latitud Sur 38º 04' 03.1" - Longitud Oeste 62º 01' 13.0") sólo hay cenizas.
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 2
Según los primeros informes oficiales, el fuego fue visto por primera vez pasadas las 08:00 del día domingo 20 de enero de 2008, a la vera de la Ruta 76, banquina izquierda si se avanzara de Tornquist a Sierra de la Ventana. De mi presencia en el lugar, pude apreciar la quemazón de todo el pastizal desde la banquina hasta la cumbre del Cerro Bahía Blanca, y prácticamente hasta la cima misma del Cerro Alberto Mario Serrano. Siguió bajando por la estribación que apunta a Sierra de la Ventana y rodeó el Museo y las casas que hay en el lugar. También quemó la ladera oeste del Bahía Blanca, y anduvo cercano a las Vertientes. Indudablemente hay que esperar el informe oficial que seguramente emitirán los Guardaparques y Bomberos.
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 3
"Era un desfile de peludos, mulitas, zorros y guanacos" -Así me comentaba un joven campamentista. "¿Y a que hora fue eso?" -le pregunté. Y respondió: "Yo los vi a las dos y media de la mañana" -Entonces le hice otra pregunta: "¿Y hacia donde iban?" -y enfáticamente respondió: "¡Bajaban!, estaban como locos!"
Resta esperar, y rezo para ello, que el daño a la flora y a la fauna no sea de impacto severo, aunque a simple vista ya se pudo apreciar la quemazón de pastizales y especies arbóreas.
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 4
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 5
Quiero destacar la operatividad de los helicópteros hidrantes. En Ventania, donde se destaca el relieve montañoso, el bombero no puede llegar a ciertas alturas o terrenos escabrosos sin riesgo de lastimarse e incluso matarse. Demasiado es lo que hace valiéndose de sus propios medios, porque para subir una cuesta y atacar al fuego se requiere de un óptimo estado físico. Los vehículos terrestres arriman hasta ciertos límites y el fuego, en su avance, no tiene compasión ni compás de espera y en contados minutos u horas hace estragos. Muestro la foto de este que descarga el agua y que pertenece a la Policía de la Provincia. Pero sé, por haberlo visto en fotos que tomó Rosa de Perrando, que anteriormente estuvo operando también un Sea King de la Armada. No sé si hubo un avión aunque creo haber escuchado que sí. Y más allá de destacar el servicio de los helicópteros, quiero pensar y creer que, tan pronto sea saneada la economía en nuestra provincia, se harán las gestiones correspondientes y necesarias para que haya más disponibilidad de estos medios en salvaguarda, no sólo de nuestros queridos y necesarios Parques Provinciales, sino del llano también. Campos y sembradíos (sin mencionar el ganado) podrían verse afectados por incendios destructivos que, en definitiva, más allá de afectar directamente a los propietarios, terminan destruyendo la economía de nuestra gran provincia. Ojalá algún día lo podamos ver hecho realidad.
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 6
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 7
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 8
Las contundentes raíces de las cortaderas retienen las brasas y con el viento reavivan las llamas.
Nobleza obliga: Confieso que he visto trabajar mucha gente más allá de Bomberos, Defensa Civil, Guardaparques. No era momento para hacer preguntas a quienes denodadamente trabajaban contra el fuego. Si alguien no es nombrado es solamente por error u omisión.
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 9
Los abnegados Bomberos Voluntarios de Tornquist, estuvieron acompañados, entre otros, por cuerpos de Bomberos Voluntarios de Sierra de la Ventana, Coronel Pringles, Coronel Suárez, Pigüé, Saavedra y Huangelén. También actuaron Bomberos de Bahía Blanca; personal civil de la Municipalidad de Tornquist, Camiones tanques, Máquinas viales; vecinos voluntarios, etc.
A todos ellos, mi reconocimiento por la meritoria labor que acostumbran a llevar a cabo.
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 10
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 11
RUTA 76 - INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA - FOTO 12
LAMENTABLE: INCENDIO EN EL ABRA DE LA VENTANA
Con sumo dolor debo decirles que una gran extensión de pastizales naturales se ha incendiado en el Parque Provincial Ernesto Tornquist. Las llamas, a su paso, devoraron todo lo vegetal que iban encontrando. La flora y la fauna también se vio seriamente afectada por el fuego que, aparentemente, habría sido iniciado a la vera de la Ruta 76, intencionalmente por la mano del hombre (insensato). De confirmarse este hecho, hacemos votos para que prontamente sea descubierto y reciba el castigo correspondiente.
Recomiendo mirar el blog del amigo Patricio Eleisegui, en dónde podrán apreciar, en fotos y comentarios, el incendio en sus comienzos.
http://sierra-de-la-ventana.blogspot.com (Ríos de roca y madera)
El Chegu
Recomiendo mirar el blog del amigo Patricio Eleisegui, en dónde podrán apreciar, en fotos y comentarios, el incendio en sus comienzos.
http://sierra-de-la-ventana.blogspot.com (Ríos de roca y madera)
El Chegu
lunes, 14 de enero de 2008
1908 - 17 DE ENERO - 2008 // CENTÉSIMO ANIVERSARIO DE LA LOCALIDAD DE SIERRA DE LA VENTANA
Panorámica, pese a la distancia, de la localidad de Sierra de la Ventana desde la cumbre del Cerro Tres Picos.
Mi primera visita a Sierra se llevó a cabo cuando yo contaba con 14 años. Y se dio gracias a la convocatoria de un grupo de amigos que organizó disfrutar de una fiesta de la primavera y del estudiante a la vera del Arroyo Negro, al pie del Cerro del Amor. El viaje, sumamente agradable, lo hice a través del ferrocarril, y tras el arribo, me dirigí, siguiendo a los más experimentados, a través del sendero, pisando la hojarasca y las enredaderas, paralelo al arroyo. Comí a la sombra de frondosos árboles y disfruté mi primera incursión al Cerro del Amor, el que, en un par de días subí varias veces.
Mi primera visita a Sierra se llevó a cabo cuando yo contaba con 14 años. Y se dio gracias a la convocatoria de un grupo de amigos que organizó disfrutar de una fiesta de la primavera y del estudiante a la vera del Arroyo Negro, al pie del Cerro del Amor. El viaje, sumamente agradable, lo hice a través del ferrocarril, y tras el arribo, me dirigí, siguiendo a los más experimentados, a través del sendero, pisando la hojarasca y las enredaderas, paralelo al arroyo. Comí a la sombra de frondosos árboles y disfruté mi primera incursión al Cerro del Amor, el que, en un par de días subí varias veces.
Al caer la tarde fui, junto a mis amigos y muchos jóvenes, al Puente Negro a esperar la música de la confitería Casuhatí, todo un clásico de aquellos tiempos.
Lamentablemente no tengo fotos de entonces, pero trataré de ir agregando las de los últimos tiempos e inéditas de tan asombroso lugar.
jueves, 10 de enero de 2008
25 Y 26 DE FEBRERO DE 2005 EN EL Cº TRES PICOS - ASCENSIÓN DIURNA Y DESCENSO NOCTURNO CON LUNA LLENA
El calor del día era el comentario obligado de la gente. Y no era para menos. "Febrero estaba fundiendo... sobre el río su calor", decía la letra de una canción litoraleña. En la bahía lo estaba fundiendo sobre el asfalto. Exactamente a la 1 y cuarto de la tarde estacioné el bólido en cercanías de la Lola Mora, sobre la Avenida Alem, a la sombra de los árboles de la Universidad Nacional del Sur esperando la llegada de mis amigos expedicionarios. El sol pegaba fuerte y mi piel, curtida de tiempo y años de vida al aire libre, ya no reaccionaba como antes. Últimamente la exposición descarada ante el astro rey me estaba lastimando, así que siguiendo las recomendaciones de médicos dermatólogos evitaba los rayos del sol a las horas de mayor acercamiento a la tierra. El calentamiento global con su efecto invernadero, más la capa de ozono, formaba un equipo duro y empedernido, capaz de lastimar al más duro de los duros. Los países industrializados, conocedores del grave problema ambiental, seguían reuniéndose pero las resoluciones que los pueblos del mundo esperaban de ellos, no llegaban. "No podemos abortar el crecimiendo de países en desarrollo. No todavía. Quizás para dentro de unas décadas se pare con los efectos causantes del calentamiento global". Así de parecidos, eran los informes a los medios del Grupo de los 7.
Durante la calurosa espera, imaginé, vaya uno a saber por qué, a Tarzán viviendo en el paralelo 38 en la Jungla de Cemento. ¿Se lo imaginan comprando protector solar factor 45 o un acondicionador de aire?
Por suerte mis amigos llegaron pronto y dejé de pensar boludeces. Después de los abrazos nos acomodamos en los vehículos y salimos hacia Tornquist. La idea era compartir una escalada diurna con descenso nocturno con luna llena. Actividad que ninguno de ellos había llevado a cabo hasta ese momento.
En plena Ruta 33, lamentablemente conocida como la ruta de la muerte, mientras íbamos a través de La Vitícola, empezó la ronda de mate. La cebadora, Estefanía en esa oportunidad, pensaba dejar la mateada para el regreso pero cambió de parecer ante nuestra insistencia. Dirigiéndose al primero en suerte le dijo:
- ¡Cuidado, el agua está muy caliente! -y subrayó-: porque la calenté mucho pensando usarla al regreso.
Por toda respuesta cada uno de los tomadores se cuidaba de no quemarse la lengua. Cuando rodaron mis primeras lágrimas me di cuenta de que sí, que realmente estaba muy caliente. El hecho de ser yo el conductor y estar concentrado en el volante hizo que me olvidara de la advertencia.
Pasamos el Destacamento de Policía Vial cerca del km 61 y nos internamos en el recto camino vecinal que conduce a la Estancia Fortín Viento. Allí doblamos a la izquierda, luego a la derecha y otra vez a la derecha. Ya casi estábamos en nuestro destino elegido.
Llegamos a la Base de Campamento en la Estancia Funke y fuimos recibidos por un muchacho, para mi un desconocido, quien me dijo:
- ¿Vos sos el Chegu?
- Sí, encantado.
- Mónica no está. Me pidió que te avisara que llega en una hora.
- ¿Una hora??... ¿No sabés a dónde fue? -le pregunté al ver que la Defender estaba en su lugar de estacionamiento habitual debajo de los grandes nogales.
- No sé. Salió en un auto azul o celeste.
Le agradecí la información y me retiré unos metros para sentarme a una mesa que está ubicada debajo de unos añejos y enormes nogales junto al resto de mis acompañantes. Allí, el joven volvió a la carga y me preguntó:
- ¿Vos vas a subir ahora?
- Sí, con mis amigos.
- Porque yo soy la persona de la cual te habló Mónica para ver si podía subir con vos, pero no tengo zapatillas... ¿Alguno de ustedes me puede prestar un par?
Nos miramos entre todos y casi al unísono todos dijeron que no, que no tenían, y era la realidad. Al menos eso creí, entonces Gonzalo dijo que él tenía un par pero que era número 40.
- ¿Qué número calzás? -le pregunté al interesado.
- 45, pero quizás me calcen bien -acotó.
Todos fuimos testigos y vimos como los dedos del pie, al probarse la zapatilla, se doblaron y sobresalieron como una cordillera hacia arriba. Entonces, volvió a la carga diciendo:
- Tengo un par de mocasines, estos... vos que opinás, ¿podré subir con ellos?
Ni bien hizo este comentario mostró sus mocasines de cuero y suela de goma. Estaban todos torcidos por el uso, y su aspecto, desalentador, no daban confiabilidad alguna ni para caminar siquiera una cuadra por la ciudad. Parecían haber sido mojados y secados al sol rajante del verano.
- ¿Cómo te llamás?
- Marcelo.
- Mirá Marcelo, con total honestidad te digo que no es conveniente que vengas en esta oportunidad al cerro. Tus zapatos no están en condiciones, y si lo estuvieran no es lo más adecuado... hay muchas piedras... te puede causar un esguince de tobillo o de rodilla, o lo que es más grave aun, te podés quebrar. Dejalo para otra ocasión.
Quitarle el sueño o la ilusión a alguien no es nada agradable. Pero soy un convencido de que hay prioridades, y una que tengo siempre en cuenta es la seguridad. Ropa, calzado, indumentaria y equipamiento hacen a la seguridad y no iba a claudicar justamente esa tarde cuando nuestra intención era bajar durante la noche. No podía dejar que nuestra expedición sufriera las consecuencias por causa de alguien que no tenía calzado adecuado y a quien yo ni remotamente conocía. Por suerte, cuando la cara de Marcelo cambiaba de talante y parecía ponerse a llorar, llegó Mónica y me salvó de sentirme un quita ilusiones.
Después del saludo habitual con ella, hice el rol de expedición correspondiente y salimos a las 16:30 hacia La Glorieta.
Nuestro equipo, en principio, estaba compuesto por Agustín, Estefanía, Gonzalo, Juan Manuel, Noelia, Sandra y yo. Lo completarían más tarde Agustina, Celita, Gustavo y Magdalena.
A las 17:15, después de los maquillajes de rigor para evitar que el sol haga estragos con nuestra piel, comenzamos a caminar lentamente. Íbamos rociados con repelente para tratar de ahuyentar a la gran cantidad de tábanos que en febrero se dan cita en La Pampa de los Guanacos y alrededores, y que yo, víctima reincidente por acción y convicción, había bautizado con el nombre de "Encuentro nacional de Tábanos a la espera de Montañeros".
Algunos vestían pantalón largo y otros pantalón corto. Todos lucíamos remera, salvo Juan Manuel que, al estilo Rambo arrancó con cortos y torso desnudo.
La primera hora de pendiente en subida, después del campo través, fue matadora porque estábamos atravesando el faldeo que, al estar arbolado, nos frenaba el viento y nos sofocaba.
Tras hora y media de marcha ascendente, y aun con luz diurna, alcanzamos a ver al segundo pelotón que venía a muy buen ritmo. Encabezaba el grupo un perro que seguramente venía olfateando todos nuestros olores. Los tantos que uno abandona y deja en libertad en la montaña. Costumbre natural que es muy agradable y vale, aunque sentí pena por el cachorro porque de tanto en tanto se oía un penoso aullido. Mas, como todo perro fiel, seguía adelante mostrando el camino a sus amos.
Decidimos hacer un alto para esperarlos y aprovechamos para descansar y apreciar el paisaje que nos regalaba la montaña.
Estábamos cerca de los 800m de altitud y el panorama era bastante amplio y generoso. Al norte, el Cerro Ventana con el Cerro de la Volanta y los Destierros coronados por los Cumulus Nimbus que delataban una buena térmica. Al noroeste, el Cerro Pan de Azúcar, que sobresale, a pesar de sus 741m, por encontrarse solo en medio de valles. Ubicado a la derecha del Pan de Azúcar se apreciaba la cima inconfundible del Gran Chaco, también conocido como "La Vieja". Después, mostrando apenas sus copetes, el Áspero, el Cura-Malal Grande, el Guanaco, La Luisa, De La Providencia y muchos picos más que se fundían entre sí en la lejanía en un fondo violáceo, aunque la tonalidad variaba en más clara o más oscura según la distancia que se hallaban desde nuestra posición.
Luego de llenar nuestras retinas con asombrosos paisajes, reanudamos la marcha ascendente en un sólo bloque.
Cuando llegamos al Paso Dinamitado cambió el viento al cuadrante sur, y su frescura nos alivió y nos devolvió el semblante. Habíamos estado transpirando tanto como habíamos bebido. Se notaba el esfuerzo por el excesivo porcentual de la humedad ambiente. En tanto, Juan Manuel no se cansaba de exclamar:
- Yo no bebo tanto, soy un camello.
Pero cada vez que repetía esta frase empinaba el codo y vaciaba la botella de agua.
Fueron pasando los minutos y nos hallábamos en el corazón de La Pampa de los Guanacos, la pampa que domina el área entre el Cerro Napostá y el Cerro Tres Picos. Allí, en el alto pastizal de la pampa no podía faltar la presencia de los tábanos cabeza verde. El ataque no se hizo esperar, pero tanto la primera como todas las andanadas fueron rechazadas por nuestro efectivo repelente. El producto actuó con eficacia y los mantuvo a raya. Consta en actas que fue esa mi primera batalla ganada.
La puesta de sol, tabulada para las 19:55, fue imposible de contemplar porque a esa hora estábamos metidos en el Cajón de la Canaleta de los Guanacos. Y el macizo del Tres Picos, pared imponente si la hay, nos tapaba todo el oeste. No obstante ello, pudimos ver como las nubes verticales que estaban sobre el Cerro Napostá, a nuestras espaldas, se teñían de rojo solar generando un espectáculo único e irrepetible. Pero nosotros íbamos en busca de un descenso con luna llena, y el hecho de perdernos la puesta de sol no afectó nuestro ánimo. Máxime que estábamos a sólo minutos de la cima.
¡Y besamos la cumbre y nos abrazamos!,... ¡y les mandamos un saludo a todos los bonaerenses desde el techo de la provincia!
- ¡Hicimos cumbre Chegu! -gritaban los enfervorizados primerizos. Los chicos no lo podían creer.
El viento del sur, que se notaba mucho más allá arriba, nos obligó a abrigarnos convenientemente. Luego nos ubicamos en el circular refugio de la cumbre y nos apretujamos para mitigar el frío. Comimos como pudimos tratando de no darnos codazos los unos a los otros. Hablamos de bueyes perdidos y proyectamos otras escaladas nocturnas. No nos dimos cuenta del paso del tiempo sino hasta el momento en que Juan Manuel, mirando al este, exclamó:
- ¿Qué es aquella luz roja?
Y yo, sin siquiera mirar y ver de que se trataba, contesté rápidamente:
- ¡Un cabaret!
Al principio todos largaron la carcajada, pero enseguida nos dimos cuenta de que la luz a la que hacía referencia Juan Manuel era, nada más y nada menos, que la aparición de la luna sobre el horizonte.
Ver como asoma la luna es un acontecimiento que llena de paz y regocijo. Mientras observábamos como lentamente se elevaba sobre el cielo nos quedamos en silencio creyendo que nuestras voces perturbarían su despertar.
Coloqué mi trípode sobre el hito que demarca el punto más alto, apunté con la cámara y disparé una y otra vez. Tomas anaranjadas, después amarillas y al final blancas.
Las estrellas, que antes de la aparición de la luna se mostraban grandes, notables y con luz propia, perdieron protagonismo quedando relegadas a un segundo plano. En cambio los cerros, que hasta entonces era una planicie de un sólo tono, empezaron a mostrarse claros u oscuros. Era un concierto en blanco y negro.
- ¿Quién quiere mate? -preguntó Magdalena.
Allí nomás se armó la ronda.
Bungo, el perro del equipo, estaba entretenido olfateando a mi pequeño gran amigo "Luna de Enero", quien dicho de paso, no asomó la nariz en toda la noche por temor a ser comido.
Cuando dejábamos de hablar se hacía notar el silencio. Entonces, lo único que se oía era el ruido de los molares de Juan Manuel quien se devoraba una milanga tras otra. "El Camello" no sólo bebía copiosamente, sino que era una máquina de triturar y tragar.
Gonzalo permanecía quieto y en silencio. A su lado, Estefanía no simulaba su asombro por lo que estaba viviendo. Agustín, tal su costumbre, se mostraba siempre sonriente. Agustina y Magdalena jugaban con su perrito. Gustavo disparaba el flash a cada rato y nos enceguecía. Rubén se había recostado afuera del refugio a resguardo del intenso viento y lo acompañamos en un momento Gonzalo y yo. Sandra, con frío, seguía a reparo en el refugio. Noelia, con tal de que Juan Manuel, su apuesto galán, siguiera comiendo, se exponía a quedarse sin sus milangas. Fue ella la que de repente nos contó que antes de salir de casa su madre le había dicho "Mirá si te perdés en la montaña..."
- ¿Y que le contestaste Noelia? -le pregunté.
- ¡Nada!
Nadie hizo comentario alguno. Silencio total. Ahí recordé mis inicios en Ventania y todas las veces en que me perdí y me sentí perdido. Entonces, reflexioné y me dije para mi solo: "Quien no se pierde no sabe lo que se pierde, porque aquel que no se ha perdido, no tiene la oportunidad de poder encontrarse"
Todos seguimos en silencio mirando a la noche con su luna llena.
Cuando algunos empezaron a insinuar que estaba haciendo mucho frío, capté el mensaje y les informé que en minutos empezaríamos el descenso. Abrigados cómo estábamos, apuntamos al este, hacia la Cruz de madera. A partir de allí descendimos la pared vertical que estaba totalmente oscura a causa de la luna que pegaba en la cumbre este. Bajamos con sumo cuidado y sentido común, haciendo prevalecer, por sobre todas las cosas, la seguridad. Nada ni nadie nos apuraba y no tenía sentido arriesgar bajando rápido en el tramo más difícil. Cuando retomamos la Canaleta de los Guanacos miré hacia atrás para comprobar que mis compañeros viniesen bien. No solamente los vi a ellos bien, sino también a sus linternas frontales que, con el contoneo de sus movimientos naturales por el relieve del terreno, parecían luciérnagas gigantes.
Al llegar a la piedra más singular del Tres Picos, la famosa y popular "Bote", decidimos, con el sólo fin de seguir observando a la luna, al cielo y a todo lo que Dios nos estaba regalando, abordarlo y navegar al garete. Yo me recosté sobre la piedra apoyando mi cabeza sobre la mochila. El resto se sentó, pero, de a poco y a medida que pasaban los minutos, imitando mi actitud, se recostaron sobre la dura y rectangular roca. La superficie, de 2,50 metros de largo por 1,50 de ancho quedó totalmente ocupada por los cuerpos de los marineros nocturnos.
Estuvimos navegando en el bote a la deriva, a la luz de la luna, y como única guía las estrellas. Las luces de los poblados vecinos hacían de boyas y balizas.
- ¡Miren un satélite! -gritó alguien.
- ¡Un avión! -acotó otro.
No avistamos Ovnis ni extraterrestres, pero no puedo afirmar que no anduvieran por ahí... observándonos.
Nos desembarcamos y agradecí, con una caricia, al bote por tan agradable navegación. Acto seguido continuamos viaje por el elíseo serrano.
Por algunas horas, en la noche montañera, fuimos roca y pastizal, serenidad y viento, calor y frío, cielo y luna, y en la inmensidad de la noche, tratamos de ser estrellas.
Agustín L. Moreno
Durante la calurosa espera, imaginé, vaya uno a saber por qué, a Tarzán viviendo en el paralelo 38 en la Jungla de Cemento. ¿Se lo imaginan comprando protector solar factor 45 o un acondicionador de aire?
Por suerte mis amigos llegaron pronto y dejé de pensar boludeces. Después de los abrazos nos acomodamos en los vehículos y salimos hacia Tornquist. La idea era compartir una escalada diurna con descenso nocturno con luna llena. Actividad que ninguno de ellos había llevado a cabo hasta ese momento.
En plena Ruta 33, lamentablemente conocida como la ruta de la muerte, mientras íbamos a través de La Vitícola, empezó la ronda de mate. La cebadora, Estefanía en esa oportunidad, pensaba dejar la mateada para el regreso pero cambió de parecer ante nuestra insistencia. Dirigiéndose al primero en suerte le dijo:
- ¡Cuidado, el agua está muy caliente! -y subrayó-: porque la calenté mucho pensando usarla al regreso.
Por toda respuesta cada uno de los tomadores se cuidaba de no quemarse la lengua. Cuando rodaron mis primeras lágrimas me di cuenta de que sí, que realmente estaba muy caliente. El hecho de ser yo el conductor y estar concentrado en el volante hizo que me olvidara de la advertencia.
Pasamos el Destacamento de Policía Vial cerca del km 61 y nos internamos en el recto camino vecinal que conduce a la Estancia Fortín Viento. Allí doblamos a la izquierda, luego a la derecha y otra vez a la derecha. Ya casi estábamos en nuestro destino elegido.
Llegamos a la Base de Campamento en la Estancia Funke y fuimos recibidos por un muchacho, para mi un desconocido, quien me dijo:
- ¿Vos sos el Chegu?
- Sí, encantado.
- Mónica no está. Me pidió que te avisara que llega en una hora.
- ¿Una hora??... ¿No sabés a dónde fue? -le pregunté al ver que la Defender estaba en su lugar de estacionamiento habitual debajo de los grandes nogales.
- No sé. Salió en un auto azul o celeste.
Le agradecí la información y me retiré unos metros para sentarme a una mesa que está ubicada debajo de unos añejos y enormes nogales junto al resto de mis acompañantes. Allí, el joven volvió a la carga y me preguntó:
- ¿Vos vas a subir ahora?
- Sí, con mis amigos.
- Porque yo soy la persona de la cual te habló Mónica para ver si podía subir con vos, pero no tengo zapatillas... ¿Alguno de ustedes me puede prestar un par?
Nos miramos entre todos y casi al unísono todos dijeron que no, que no tenían, y era la realidad. Al menos eso creí, entonces Gonzalo dijo que él tenía un par pero que era número 40.
- ¿Qué número calzás? -le pregunté al interesado.
- 45, pero quizás me calcen bien -acotó.
Todos fuimos testigos y vimos como los dedos del pie, al probarse la zapatilla, se doblaron y sobresalieron como una cordillera hacia arriba. Entonces, volvió a la carga diciendo:
- Tengo un par de mocasines, estos... vos que opinás, ¿podré subir con ellos?
Ni bien hizo este comentario mostró sus mocasines de cuero y suela de goma. Estaban todos torcidos por el uso, y su aspecto, desalentador, no daban confiabilidad alguna ni para caminar siquiera una cuadra por la ciudad. Parecían haber sido mojados y secados al sol rajante del verano.
- ¿Cómo te llamás?
- Marcelo.
- Mirá Marcelo, con total honestidad te digo que no es conveniente que vengas en esta oportunidad al cerro. Tus zapatos no están en condiciones, y si lo estuvieran no es lo más adecuado... hay muchas piedras... te puede causar un esguince de tobillo o de rodilla, o lo que es más grave aun, te podés quebrar. Dejalo para otra ocasión.
Quitarle el sueño o la ilusión a alguien no es nada agradable. Pero soy un convencido de que hay prioridades, y una que tengo siempre en cuenta es la seguridad. Ropa, calzado, indumentaria y equipamiento hacen a la seguridad y no iba a claudicar justamente esa tarde cuando nuestra intención era bajar durante la noche. No podía dejar que nuestra expedición sufriera las consecuencias por causa de alguien que no tenía calzado adecuado y a quien yo ni remotamente conocía. Por suerte, cuando la cara de Marcelo cambiaba de talante y parecía ponerse a llorar, llegó Mónica y me salvó de sentirme un quita ilusiones.
Después del saludo habitual con ella, hice el rol de expedición correspondiente y salimos a las 16:30 hacia La Glorieta.
Nuestro equipo, en principio, estaba compuesto por Agustín, Estefanía, Gonzalo, Juan Manuel, Noelia, Sandra y yo. Lo completarían más tarde Agustina, Celita, Gustavo y Magdalena.
A las 17:15, después de los maquillajes de rigor para evitar que el sol haga estragos con nuestra piel, comenzamos a caminar lentamente. Íbamos rociados con repelente para tratar de ahuyentar a la gran cantidad de tábanos que en febrero se dan cita en La Pampa de los Guanacos y alrededores, y que yo, víctima reincidente por acción y convicción, había bautizado con el nombre de "Encuentro nacional de Tábanos a la espera de Montañeros".
Algunos vestían pantalón largo y otros pantalón corto. Todos lucíamos remera, salvo Juan Manuel que, al estilo Rambo arrancó con cortos y torso desnudo.
La primera hora de pendiente en subida, después del campo través, fue matadora porque estábamos atravesando el faldeo que, al estar arbolado, nos frenaba el viento y nos sofocaba.
Tras hora y media de marcha ascendente, y aun con luz diurna, alcanzamos a ver al segundo pelotón que venía a muy buen ritmo. Encabezaba el grupo un perro que seguramente venía olfateando todos nuestros olores. Los tantos que uno abandona y deja en libertad en la montaña. Costumbre natural que es muy agradable y vale, aunque sentí pena por el cachorro porque de tanto en tanto se oía un penoso aullido. Mas, como todo perro fiel, seguía adelante mostrando el camino a sus amos.
Decidimos hacer un alto para esperarlos y aprovechamos para descansar y apreciar el paisaje que nos regalaba la montaña.
Estábamos cerca de los 800m de altitud y el panorama era bastante amplio y generoso. Al norte, el Cerro Ventana con el Cerro de la Volanta y los Destierros coronados por los Cumulus Nimbus que delataban una buena térmica. Al noroeste, el Cerro Pan de Azúcar, que sobresale, a pesar de sus 741m, por encontrarse solo en medio de valles. Ubicado a la derecha del Pan de Azúcar se apreciaba la cima inconfundible del Gran Chaco, también conocido como "La Vieja". Después, mostrando apenas sus copetes, el Áspero, el Cura-Malal Grande, el Guanaco, La Luisa, De La Providencia y muchos picos más que se fundían entre sí en la lejanía en un fondo violáceo, aunque la tonalidad variaba en más clara o más oscura según la distancia que se hallaban desde nuestra posición.
Luego de llenar nuestras retinas con asombrosos paisajes, reanudamos la marcha ascendente en un sólo bloque.
Cuando llegamos al Paso Dinamitado cambió el viento al cuadrante sur, y su frescura nos alivió y nos devolvió el semblante. Habíamos estado transpirando tanto como habíamos bebido. Se notaba el esfuerzo por el excesivo porcentual de la humedad ambiente. En tanto, Juan Manuel no se cansaba de exclamar:
- Yo no bebo tanto, soy un camello.
Pero cada vez que repetía esta frase empinaba el codo y vaciaba la botella de agua.
Fueron pasando los minutos y nos hallábamos en el corazón de La Pampa de los Guanacos, la pampa que domina el área entre el Cerro Napostá y el Cerro Tres Picos. Allí, en el alto pastizal de la pampa no podía faltar la presencia de los tábanos cabeza verde. El ataque no se hizo esperar, pero tanto la primera como todas las andanadas fueron rechazadas por nuestro efectivo repelente. El producto actuó con eficacia y los mantuvo a raya. Consta en actas que fue esa mi primera batalla ganada.
La puesta de sol, tabulada para las 19:55, fue imposible de contemplar porque a esa hora estábamos metidos en el Cajón de la Canaleta de los Guanacos. Y el macizo del Tres Picos, pared imponente si la hay, nos tapaba todo el oeste. No obstante ello, pudimos ver como las nubes verticales que estaban sobre el Cerro Napostá, a nuestras espaldas, se teñían de rojo solar generando un espectáculo único e irrepetible. Pero nosotros íbamos en busca de un descenso con luna llena, y el hecho de perdernos la puesta de sol no afectó nuestro ánimo. Máxime que estábamos a sólo minutos de la cima.
¡Y besamos la cumbre y nos abrazamos!,... ¡y les mandamos un saludo a todos los bonaerenses desde el techo de la provincia!
- ¡Hicimos cumbre Chegu! -gritaban los enfervorizados primerizos. Los chicos no lo podían creer.
El viento del sur, que se notaba mucho más allá arriba, nos obligó a abrigarnos convenientemente. Luego nos ubicamos en el circular refugio de la cumbre y nos apretujamos para mitigar el frío. Comimos como pudimos tratando de no darnos codazos los unos a los otros. Hablamos de bueyes perdidos y proyectamos otras escaladas nocturnas. No nos dimos cuenta del paso del tiempo sino hasta el momento en que Juan Manuel, mirando al este, exclamó:
- ¿Qué es aquella luz roja?
Y yo, sin siquiera mirar y ver de que se trataba, contesté rápidamente:
- ¡Un cabaret!
Al principio todos largaron la carcajada, pero enseguida nos dimos cuenta de que la luz a la que hacía referencia Juan Manuel era, nada más y nada menos, que la aparición de la luna sobre el horizonte.
Ver como asoma la luna es un acontecimiento que llena de paz y regocijo. Mientras observábamos como lentamente se elevaba sobre el cielo nos quedamos en silencio creyendo que nuestras voces perturbarían su despertar.
Coloqué mi trípode sobre el hito que demarca el punto más alto, apunté con la cámara y disparé una y otra vez. Tomas anaranjadas, después amarillas y al final blancas.
Las estrellas, que antes de la aparición de la luna se mostraban grandes, notables y con luz propia, perdieron protagonismo quedando relegadas a un segundo plano. En cambio los cerros, que hasta entonces era una planicie de un sólo tono, empezaron a mostrarse claros u oscuros. Era un concierto en blanco y negro.
- ¿Quién quiere mate? -preguntó Magdalena.
Allí nomás se armó la ronda.
Bungo, el perro del equipo, estaba entretenido olfateando a mi pequeño gran amigo "Luna de Enero", quien dicho de paso, no asomó la nariz en toda la noche por temor a ser comido.
Cuando dejábamos de hablar se hacía notar el silencio. Entonces, lo único que se oía era el ruido de los molares de Juan Manuel quien se devoraba una milanga tras otra. "El Camello" no sólo bebía copiosamente, sino que era una máquina de triturar y tragar.
Gonzalo permanecía quieto y en silencio. A su lado, Estefanía no simulaba su asombro por lo que estaba viviendo. Agustín, tal su costumbre, se mostraba siempre sonriente. Agustina y Magdalena jugaban con su perrito. Gustavo disparaba el flash a cada rato y nos enceguecía. Rubén se había recostado afuera del refugio a resguardo del intenso viento y lo acompañamos en un momento Gonzalo y yo. Sandra, con frío, seguía a reparo en el refugio. Noelia, con tal de que Juan Manuel, su apuesto galán, siguiera comiendo, se exponía a quedarse sin sus milangas. Fue ella la que de repente nos contó que antes de salir de casa su madre le había dicho "Mirá si te perdés en la montaña..."
- ¿Y que le contestaste Noelia? -le pregunté.
- ¡Nada!
Nadie hizo comentario alguno. Silencio total. Ahí recordé mis inicios en Ventania y todas las veces en que me perdí y me sentí perdido. Entonces, reflexioné y me dije para mi solo: "Quien no se pierde no sabe lo que se pierde, porque aquel que no se ha perdido, no tiene la oportunidad de poder encontrarse"
Todos seguimos en silencio mirando a la noche con su luna llena.
Cuando algunos empezaron a insinuar que estaba haciendo mucho frío, capté el mensaje y les informé que en minutos empezaríamos el descenso. Abrigados cómo estábamos, apuntamos al este, hacia la Cruz de madera. A partir de allí descendimos la pared vertical que estaba totalmente oscura a causa de la luna que pegaba en la cumbre este. Bajamos con sumo cuidado y sentido común, haciendo prevalecer, por sobre todas las cosas, la seguridad. Nada ni nadie nos apuraba y no tenía sentido arriesgar bajando rápido en el tramo más difícil. Cuando retomamos la Canaleta de los Guanacos miré hacia atrás para comprobar que mis compañeros viniesen bien. No solamente los vi a ellos bien, sino también a sus linternas frontales que, con el contoneo de sus movimientos naturales por el relieve del terreno, parecían luciérnagas gigantes.
Al llegar a la piedra más singular del Tres Picos, la famosa y popular "Bote", decidimos, con el sólo fin de seguir observando a la luna, al cielo y a todo lo que Dios nos estaba regalando, abordarlo y navegar al garete. Yo me recosté sobre la piedra apoyando mi cabeza sobre la mochila. El resto se sentó, pero, de a poco y a medida que pasaban los minutos, imitando mi actitud, se recostaron sobre la dura y rectangular roca. La superficie, de 2,50 metros de largo por 1,50 de ancho quedó totalmente ocupada por los cuerpos de los marineros nocturnos.
Estuvimos navegando en el bote a la deriva, a la luz de la luna, y como única guía las estrellas. Las luces de los poblados vecinos hacían de boyas y balizas.
- ¡Miren un satélite! -gritó alguien.
- ¡Un avión! -acotó otro.
No avistamos Ovnis ni extraterrestres, pero no puedo afirmar que no anduvieran por ahí... observándonos.
Nos desembarcamos y agradecí, con una caricia, al bote por tan agradable navegación. Acto seguido continuamos viaje por el elíseo serrano.
Por algunas horas, en la noche montañera, fuimos roca y pastizal, serenidad y viento, calor y frío, cielo y luna, y en la inmensidad de la noche, tratamos de ser estrellas.
Agustín L. Moreno
sábado, 5 de enero de 2008
EL DESTACAMENTO - ABRA DEL HINOJO
Ruinas nada más. Es lo que queda del primer y famoso Destacamento Policial en el Abra del Hinojo. Lugar de paso obligado cuando hacemos travesías cicloturísticas saliendo de Pigüé o de San Eloy y terminando en la RP 76 cerca de las Villas Serranas "La Gruta" y "San Andrés de la Sierra" - Posición del Destacamento: Lat Sur 37º 43' 21.5" Long Oeste 62º 06' 09.1" - Altitud 367m según medición propia con GPS y margen de error de 5.9m
miércoles, 2 de enero de 2008
AMANECER DEL DOMINGO 30 DE DICIEMBRE - VISTA DESDE EL TRES PICOS
Pasamos la noche en la cumbre y convivimos con las estrellas y las luces de todas las ciudades y estancias circundantes. El amanecer quedó reflejado en esta foto.
Después de unos buenos mates recorrimos la Cumbre Este y bajamos por la Quebrada de la Isla, donde encontramos todas las bellas piletas prácticamente sin agua por causas de falta de lluvias.
Después de unos buenos mates recorrimos la Cumbre Este y bajamos por la Quebrada de la Isla, donde encontramos todas las bellas piletas prácticamente sin agua por causas de falta de lluvias.
LA BANDERA FLAMEA OTRA VEZ EN LO MÁS ALTO DEL ESTADO BONAERENSE
EL RELINCHO CON SU MANADA EN LA CUMBRE
29 Y 30 DE DICIEMBRE DE 2007 - ¡QUÉ VERANO PARA ESCALAR MONTAÑAS!
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