Rostro tiznado, cansado pero no doblegado. El Bombero Voluntario, pese a todo, sigue cumpliendo con su guardia implacable para tratar de doblegar el fuego. Después, si Dios quiere, tendrá su reparadora comida, saciará su sed y, si el patrón se lo permite, descansará un poco antes de ir a trabajar.
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