Estábamos con Carlos y Laura agotándonos en la trepada final al Cerro de la Perseverancia cuando escucho en un alto que ella le pregunta:
- ¿A qué hora venía Sofía?
- A las 6 -respondió Carlos.
Habíamos iniciado el largo peregrinaje a las 10 de aquella mañana del miércoles 27 de Junio de 2007 nosotros tres. Ellos y yo, movidos por mi ferviente deseo de conquistar la cumbre del cerro que un par de veces yo había divisado desde la cima del Cerro Agua Blanca y de donde se veía muy bonito. En la última cumbre al Agua Blanca, había hecho un acercamiento para intentar saber, tentativamente, cuánto tiempo me demandaría alcanzar la cúspide, pero enseguida noté que el tramo entre un cerro y el otro me llevaría mucho más tiempo de lo que en primera instancia parecía, por lo que desistí y regresé con el grupo que nos acompañaba. Prometí regresar y besar ese cono tan perfecto según se veía desde la Apacheta del Cerro Agua Blanca.
Siempre recordaré aquel día en que Carlos me llamó para confirmar que había conseguido el permiso correspondiente y podríamos subir.
- ¿A qué hora venía Sofía?
- A las 6 -respondió Carlos.
Habíamos iniciado el largo peregrinaje a las 10 de aquella mañana del miércoles 27 de Junio de 2007 nosotros tres. Ellos y yo, movidos por mi ferviente deseo de conquistar la cumbre del cerro que un par de veces yo había divisado desde la cima del Cerro Agua Blanca y de donde se veía muy bonito. En la última cumbre al Agua Blanca, había hecho un acercamiento para intentar saber, tentativamente, cuánto tiempo me demandaría alcanzar la cúspide, pero enseguida noté que el tramo entre un cerro y el otro me llevaría mucho más tiempo de lo que en primera instancia parecía, por lo que desistí y regresé con el grupo que nos acompañaba. Prometí regresar y besar ese cono tan perfecto según se veía desde la Apacheta del Cerro Agua Blanca.
Siempre recordaré aquel día en que Carlos me llamó para confirmar que había conseguido el permiso correspondiente y podríamos subir.
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