
Una vez instalados en el cálido refugio de Héctor y Rosa nos dedicamos a matear y mirar hacia afuera para ver caer la lluvia que tan bien le venía a los campos de la zona. Ella seguía firme.
Traigo reflejos de Ventania, lugar en donde pude desplegar mis alas en libertad. Trataré de ser preciso y objetivo en mis relatos o versos, aunque debo reconocer que ésto último quizás me cueste bastante. Pido disculpas si en alguno de mis comentarios les parece encontrar apasionamiento o exaltación. Quizás sea así. Es que es tanta la belleza que se descubre en Sierra de la Ventana que no puedo dejar de describirla.
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