Un grupo de Duendes se escondía en una de las tantas cuevas que hay en las laderas y que se encontraba, donde yo permanecía, oculta por helechos que cubrían todo su frente, hecho que dificultaba sobremanera descubrir su entrada, máxime a la distancia.
Sin buscarla la encontré, y con ello disipé el misterio que siempre tuve. Siempre creí en la existencia de los duendes, pero jamás había tenido la oportunidad de verlos... y tan de cerca!
Mientras el pequeño grupo quedó a cubierto en la pequeña gruta, el que aparentemente era el líder se acercó a escasos 2 metros y, con voz firme y serena me dijo:
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