Era el Día de la Independencia, y que mejor entonces que andar libre como el viento y con el viento que soplaba a 50km por hora. Dijimos: salgamos y al regresar nos deleitamos con la carne asada.
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Traigo reflejos de Ventania, lugar en donde pude desplegar mis alas en libertad. Trataré de ser preciso y objetivo en mis relatos o versos, aunque debo reconocer que ésto último quizás me cueste bastante. Pido disculpas si en alguno de mis comentarios les parece encontrar apasionamiento o exaltación. Quizás sea así. Es que es tanta la belleza que se descubre en Sierra de la Ventana que no puedo dejar de describirla.
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